La diversidad y la abundancia de la vida en los ecosistemas de agua dulce han menguado de forma acelerada. La cantidad anual de agua dulce disponible por persona ha descendido más de un 20% en los dos últimos decenios.
La escasez de agua, el desequilibrio entre el suministro y la demanda de agua dulce y los problemas de calidad del agua amenazan cada vez más la seguridad alimentaria y la nutrición a causa de su repercusión en los sistemas alimentarios, desde la producción agrícola, pasando por la elaboración de alimentos, hasta los hogares y los consumidores.
El cambio climático agravará el problema al aumentar el estrés hídrico y las sequías recurrentes, lo que supondrá un estrés adicional para los sistemas agrícolas que ya tienen que satisfacer una demanda en aumento debido al crecimiento demográfico y los cambios en la alimentación.
El agua es un elemento clave para la seguridad alimentaria y la nutrición. Disponer de agua en cantidad y de calidad adecuadas es indispensable para la producción agrícola, así como para la preparación y elaboración de los alimentos. La gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos constituye un elemento fundamental de los sistemas alimentarios sostenibles.