El Atlas del agronegocio es un proyecto apoyado por la Fundación Heinrich Böll, la Fundación Rosa de Luxemburgo, Amigos de la Tierra (Alemania), Germanwatch y Le Monde diplomatique. Este Atlas analiza cómo está organizada la industria alimentaria en la actualidad a nivel global.
Hoy la industria alimentaria está controlada por pocas trasnacionales y su concentración de poder va en aumento. El control de la alimentación no está solo en manos de las transnacionales del sector agrario, químico y de alimentos, también es hoy manejado por bancos, compañías aseguradoras y sector de la tecnología de la información.
Según este estudio, en todas las etapas de la cadena de suministro, desde el campo hasta la tienda, está aumentando la concentración por parte de un grupo de empresas que imponen sus intereses. Este fenómeno supone que haya una exacerbada desigualdad de poder, por un lado están las transnacionales de los sectores agrícola, alimentario y comercial y, por otro, el campesinado y la clase obrera.
La agricultura industrial tiene impacto social y medioambiental. Su forma de producción se traduce en una degradación del medio ambiente y la presión sobre los precios que ejercen supone malas condiciones laborales y pobreza para un significativo número de personas.
Esta preocupante situación no está suponiendo una transformación del sistema alimentario hacia otro más justo y sostenible, ya que nada parece obligar a las empresas a respetar los derechos humanos y laborales.
Los responsables políticos y las autoridades tienen la responsabilidad de controlar la transparencia de la competencia y analizar las consecuencias de algunas acciones. El debate por la renovación del permiso para el uso del glifosato que se dio el año pasado demostró lo vinculados que pueden estar la política y sus instituciones con los intereses de la economía.
Por ello este informe pretende visibilizar las estructuras de poder que existen para ayudar a comprender los modelos de negocio y las estrategias de crecimiento para facilitar la intervención para pedir cambios políticos. La ciudadanía tiene el deber y derecho de contribuir a las decisiones sobre la política alimentaria, pero en muchos países la sociedad civil está siendo censurada.
En el texto se analizan uno a uno las diferentes problemáticas del sector: el proteccionismo y la liberalización del mercado, el comercio del agua, semillas y pesticidas, el monocultivo de la soja… En él se muestra cómo los sistemas alimentarios fracasan en garantizar el derecho a la alimentación de toda la población.
El Atlas pretende crear debate sobre un problema que nos afecta a toda la ciudadanía global. La política debe regular la economía, ya que de lo contrario se produce un daño brutal en el medio ambiente y la injusticia aumenta. Según el informe, es fundamental una regulación socioecológica y política de la economía agraria y alimentaria.