La FAO ha realizado junto con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) el informe “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2018” donde se analiza la seguridad alimentaria en la región. En él se analiza cómo la desigualdad económica y social impacta en la nutrición de las personas.
El hambre, la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad afectan de mayor manera a las personas de menores ingresos, a las mujeres, a los indígenas, a los afro-descendientes y a las familias rurales de América Latina y el Caribe. Según este trabajo en ALC el 8,4% de las mujeres viven en situación de inseguridad alimentaria frente al 6,9% de los hombres; las poblaciones indígenas sufren mayor inseguridad que las no indígenas y en diez países el 20% de los niños/as más pobre sufren tres veces más la desnutrición crónica que el 20% más rico.
Este informe considera que una de las causas que hace que la malnutrición tenga más incidencia en la población más vulnerable se debe a los cambios que han sufrido los sistemas alimentarios de la región. Las personas con menos recursos a veces deben optar por productos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, que cuestan menos dinero y que son menos saludables.
El hambre afecta a 39,3 millones de personas, el 6,1 % de la población de la región, cifra que ha aumentado desde 2015. Venezuela es uno de los países más afectados, junto con Haití y México. Cabe destacar que solo 4 países (México, Haití, Colombia y República Dominicana), han logrado reducir el hambre desde 2014, y que once países se han mantenido sin cambios en el número de personas afectadas por el hambre: Chile, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú. Brasil, Cuba y Uruguay son los únicos países de la región con porcentajes de hambre inferiores al 2,5 % de su población.
Además del aumento de la desnutrición también ha crecido el número de personas que padecen sobrepeso u obesidad. Casi uno de cuatro adultos sufre obesidad, y el sobrepeso afecta a 7,3 % de los/as niños/as menores de 5 años, una cifra que supera el promedio mundial de 5,6 %. Según el informe, al igual que la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad afecta de mayor forma a los grupos más vulnerables.
La desigualdad afecta también a la nutrición infantil. Los niños/as más afectados son aquellos que pertenecen a la población indígena y también aquellos que viven en zonas rurales. En nueve países de la región las tasas de desnutrición crónica infantil en las zonas rurales superan en más del 50 % las tasas de áreas urbanas. Las mujeres sufren el hambre de mayor manera que los hombres. Hay 4 millones de mujeres más que hombres sufriendo inseguridad alimentaria. Y la tasa de mujeres con obesidad es mayor a la de los hombres.
El informe también analiza las principales políticas que se están impulsando en la región para hacer frente a todas las formas de malnutrición de los grupos especialmente vulnerables, algunas de ellas innovadoras. Para abordar esta problemática es necesario implementar un enfoque multisectorial, garantizar el acceso a una alimentación saludable y abordar otros factores sociales que afectan a la alimentación, como son la educación o los servicios de salud.