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La OMC frente al reto de la crisis alimentaria

A mitad de diciembre 2011, los días 15 a 17, se celebrará en Ginebra la próxima Conferencia Ministerial de la OMC en la que se debatirán el futuro de la Ronda de Doha y el sistema de comercio mundial.

A mitad de diciembre 2011, los días 15 a 17, se celebrará en Ginebra la próxima Conferencia Ministerial de la OMC en la que se debatirán el futuro de la Ronda de Doha y el sistema de comercio mundial.En lo que se refiere al comercio agrícola, gran parte de la existente arquitectura de la OMC  está anclada en un marco principalmente orientado a la gestión de la respuesta política de los Estados frente a una situación de precios agrícolas reducidos, y no frente a la actual situación de volatilidad de los precios de los alimentos.

El descenso de los precios de alimentos a nivel mundial desde mediados de la década de los 70 hasta mediados de la década de 2000 dio lugar a las condiciones del mercado internacional que inclinaron la balanza a favor de los argumentos para la liberalización del comercio agrícola frente a la producción nacional de alimentos.  Con alimentos importados menos costosos que los internamente producidos y con un mayor volumen de alimentos fácilmente disponibles en el mercado internacional como resultado de la sobreproducción subvencionada en países desarrollados, el cambio hacia una mayor importación de alimentos apareció como una política segura y de bajo costo para el suministro de alimentos. Esto llevó a muchos de los países en desarrollo a reestructurar sus sectores agrícolas nacionales, pasando de la producción de alimentos para consumo local a la producción de productos especializados para la exportación.

El impacto de este cambio de políticas está bien documentado. El comercio agrícola mundial ha crecido de manera exponencial; el valor de las exportaciones agrícolas del mundo se duplicó entre 1990 y 2004. Durante este período se ha redibujado la composición y la geografía del comercio agrícola mundial. Los alimentos procesados representan ahora la mayoría (por encima del 80%) del comercio agrícola mundial, mientras que los cereales y demás materias primas alimentarias han disminuido su proporción en las exportaciones agrícolas mundiales. Contrariamente a la percepción inicial que se podría tener de ventaja comparativa de los países en desarrollo en el sector agrícola, las exportaciones de los países desarrollados representaron la mayor parte de la expansión del comercio agrícola en la década de 1990 y principios del 2000, al mismo tiempo que se reducía la participación de los países en desarrollo.

En un contexto de crisis alimentaria como el que tenemos, no parece que serio ni razonable que la OMC haga más de lo mismo. Es fundamental tener una idea clara de si las actuales normas de la OMC sobre la agricultura proporcionan a los Estados suficiente flexibilidad para que puedan cumplir  las obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a la alimentación que tienen contraídas en virtud del derecho internacional de los derechos humanos. De momento esto sigue siendo incierto. De hecho, muchas disposiciones del Acuerdo sobre Agricultura de la OMC (AoA) son ambiguas, altamente complejas y abiertas a una alta dosis de interpretación.

Es muy difícil para los Estados determinar por adelantado cómo un futuro acuerdo agrícola negociado dentro de este marco afectará sus políticas alimentarias, especialmente cuando quedan pendientes cuestiones clave. La incertidumbre y la complejidad son particularmente graves para los países en desarrollo, muchos de los cuales carecen de suficiente capacidad técnica y legal para evaluar plenamente las consecuencias de las normas de la OMC para sus políticas nacionales.

Los responsables políticos nacionales no suelen ser proclives a impulsar políticas agrarias y de seguridad alimentaria que, aunque puedan ser muy convenientes frente a la crisis alimentaria, ellos piensan que pueden estar en la zona gris de la legalidad de la OMC, y que los pueden situar ante litigios y eventuales sanciones.

La perspectiva de que la mayor liberalización del comercio agrícola puede conducir a mayores precios de alimentos no ha sido seriamente considerada o debatida en la ronda de Doha, sino que ha sido en gran medida relegada a los márgenes de las negociaciones a pesar de que se había establecido como parte del mandato de Doha  el abordar los problemas de seguridad alimentaria de los países importadores netos de alimentos y de los países menos adelantados.

Aunque la OMC es formalmente parte de la respuesta multilateral a la crisis alimentaria mundial -fue uno de los primeros miembros del High Level Task Force de Naciones Unidas sobre la Crisis Alimentaria mundial y participa en el Comité de Seguridad Alimentaria (CSA) tras la reforma del mismo en noviembre de 2009-, sin embargo, el secretariado de la OMC no ha transmitido la urgencia e importancia de este asunto a los estados miembro y a los negociadores comerciales en particular.