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Ingente desperdicio de alimentos en Europa

Un informe presentado en el Parlamento Europeo por el eurodiputado italiano Salvatore Caronna apunta a 179 kilos de alimentos perdidos por persona y año en la UE-27

Un informe presentado en el Parlamento Europeo por el eurodiputado italiano Salvatore Caronna apunta a 179 kilos de alimentos perdidos por persona y año en la UE-27Las pérdidas de alimentos en Europa van en aumento. Algunas estimaciones las cifran en el 50 % de lo producido, es decir, casi 89 millones de toneladas al año, en las cuales no se toman en cuenta los residuos de alimentos de origen agrícola generados en el proceso de producción ni los descartes de pescado arrojados al mar. El informe señala que se dan grandes variaciones entre países y entre los diversos sectores. Las pérdidas en la fase de post-cosecha ascienden al 14 % de la producción total y otro 15 % se pierde en la distribución y en los residuos domésticos.

Este desperdicio se produce al mismo tiempo que 16 millones de europeos reciben ayuda alimentaria de organismos de beneficencia.

Aunque no existe una definición armonizada de «desperdicio de alimentos», se entiende por éste el conjunto de productos alimenticios descartados de la cadena agroalimentaria por razones económicas o estéticas o por la proximidad de la fecha de caducidad, pero que siguen siendo perfectamente comestibles y adecuados para el consumo humano y que, a falta de posibles usos alternativos, terminan eliminados como residuos, lo que genera externalidades negativas desde el punto de vista del medio ambiente, costes económicos y pérdida de beneficios para las empresas.

El desperdicio de alimentos se produce a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la etapa de la producción agrícola hasta las de almacenamiento, transformación, distribución, gestión y consumo, por lo que hay que implicar a todos los actores de la cadena agroalimentaria. Mientras en Europa hay un porcentaje alto de la pérdida que se produce en la fase de consumo, el desperdicio de alimentos por los consumidores en los países en desarrollo es mínimo.

También se señala que la reducción del desperdicio de alimentos es un paso preliminar importante para combatir el hambre en el mundo, que además comportaría un uso más eficiente de las tierras y una mejor gestión de los recursos hídricos, tendría consecuencias beneficiosas en todo el sector agrícola a escala mundial y contribuiría de forma importante a la lucha contra la malnutrición en el mundo en desarrollo.

Además, el desperdicio de alimentos no solo plantea cuestiones éticas, económicas, sociales y nutricionales, sino que tiene también consecuencias sanitarias y ambientales, porque las montañas de residuos de alimentos contribuyen significativamente al calentamiento climático y originan gas metano, cuyo efecto invernadero es 21 veces superior al del dióxido de carbono. Las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción, el envasado y el transporte de alimentos que se tiran son emisiones innecesarias. Se estima que para producir un kilo de alimentos se emiten a la atmósfera 4,5 kilos de CO2.

En el informe se pide al Consejo, a la Comisión, a los Estados miembros y a los agentes de la cadena agroalimentaria que aborden urgentemente el problema del desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de suministro y de consumo y formulen directrices sobre vías de mejora de la eficiencia de la cadena agroalimentaria sector por sector y las apoyen, y les insta a que incluyan esta cuestión como prioritaria en la agenda política europeaAccede al texto completo del informe (en castellano)