El International Institute for Sustainable Development (IISD) y el International Food Policy Research Institute (IFPRI) han hecho un ejercicio de calcular cuánto costaría acabar con el hambre en los próximos años, teniendo a la vista el compromiso formulado en el ODS 2 de total erradicación del hambre antes de 2030.
De acuerdo a las estimaciones de estas dos instituciones, si se mantienen las tendencias actuales, es esperable que en 2030 siga habiendo unos 600 millones de personas hambrientas. Para que esto no sea así, para romper esa tendencia y poder avanzar hacia la efectiva erradicación del hambre, estiman que será necesaria una inversión pública adicional de 11.000 millones de dólares por año, de los cuales, 4.000 millones deberán proceder de países donantes y los restantes 7.000 millones de los propios países afectados por el hambre.
IISD e IFPRI analizan cinco áreas de intervención que tienen impacto sobre el hambre: redes de seguridad social (apoyo a los consumidores a través de programas de cash transfer y vales para alimentos); apoyo a la producción agropecuaria (inversiones en activos para producción, investigación y desarrollo, servicios de extensión agraria, mejoras de tecnología, acceso a semillas, etc.); desarrollo rural (infraestructuras, educación, almacenamiento, acceso a mercados, cadenas de valor); políticas facilitadoras (reforma agraria, reforma fiscal, políticas de inversión y comercio, reformas institucionales); y nutrición (apoyar intervenciones orientadas al cumplimiento de los principales compromisos en nutrición incluyendo lactancia materna exclusiva, anemia, bajo peso al nacer, desnutrición infantil aguda y crónica, sobrepeso...).
De ellas, centran su atención en las tres primeras porque entienden que hay un vínculo claro y medible entre la inversión de recursos en estas tres áreas y el incremento en el consumo alimentario. Para hacer su cálculo, aplican un modelo económico combinado con encuestas a hogares.