El tema elegido este año por la FAO para la celebración del Día Mundial de la Alimentación es la relación entre la migración y la seguridad alimentaria, destacando tanto los desafíos complejos que plantean a escala mundial los grandes desplazamientos de población como el hecho de que la inseguridad alimentaria es una de las causas de desplazamientos y migraciones forzadas. Aproximadamente el 13 % de la población mundial son migrantes internacionales (casi 250 millones) o desplazados internos (más de 760 millones).
Sin embargo, la reciente publicación del informe sobre El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI) nos hace poner el foco de atención sobre un grupo concreto: las personas que se encuentran en situación de conflicto. El 60% de las personas que padecen hambre crónica viven en países afectados por situaciones de conflicto. De hecho, el informe SOFI 2017, al presentar el dato alarmante de que el hambre se ha incrementado un 5% en el último año, señala que la incapacidad para reducir el hambre en el mundo está estrechamente relacionada con el aumento de los conflictos y la violencia. En la actualidad, unos 70 millones de personas en 45 países necesitan asistencia alimentaria de emergencia y, en la mayoría de los casos, se trata de países que padecen crisis prolongadas o se encuentran en situaciones posteriores a conflictos.
Ante esta situación, llamamos la atención sobre los incumplimientos que se están produciendo reiteradamente en la comunidad internacional tanto de las normas del derecho internacional de los derechos humanos como del derecho internacional humanitario y pedimos a la Unión Europa -y especialmente al Gobierno de España- que, en aplicación de estas normas del derecho internacional, se esfuercen por garantizar el derecho humano a la alimentación de las personas migrantes y de las poblaciones afectadas por situaciones de conflicto o por desplazamientos forzosos.