El CSA solicitó al HLPE este informe, con un tema tan relevante para la agenda de los ODS, para la aplicación de la Declaración de Roma sobre Nutrición de 2014 y para el Decenio de Acción de las Naciones Unidas sobre la Nutrición, con un doble objetivo: i) analizar cómo influyen los sistemas alimentarios en los hábitos dietéticos de las personas y los resultados nutricionales; ii) poner de relieve políticas y programas efectivos que pueden ayudar a configurar los sistemas alimentarios, mejorar la nutrición y velar por la sostenibilidad de la producción, la distribución y el consumo de alimentos y proteger a un tiempo el derecho universal a una alimentación adecuada.
El informe hace hincapié en el papel de las dietas como nexo básico entre los sistemas alimentarios y sus consecuencias en la salud y la nutrición; pone de relieve el papel central del entorno alimentario con vistas a propiciar elecciones alimentarias saludables y sostenibles por parte de los consumidores; y tiene en cuenta los efectos de la agricultura y los sistemas agrícolas sobre las tres dimensiones de la sostenibilidad, a saber, económica, social y ambiental. Para ello, se basa en el concepto de dietas sostenibles: aquellas que protejan y respeten la biodiversidad y los ecosistemas; sean culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles; sean nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables; y optimicen los recursos naturales y humanos.
En todo el mundo, una persona de cada tres padece malnutrición. Si continúan las tendencias actuales, esta situación podría afectar a una persona de cada dos para 2030, lo que contrasta ostensiblemente con el objetivo de poner fin a todas las formas de malnutrición para 2030. La malnutrición adopta múltiples formas: desnutrición (insuficiencia ponderal, retraso del crecimiento y emaciación); carencia de micronutrientes; y sobrepeso y obesidad. Estas formas de malnutrición afectan a todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo, y pueden coexistir en los países, las comunidades, los hogares y los individuos.
Los hábitos dietéticos mundiales han cambiado con rapidez en los últimos decenios. Como consecuencia de la globalización, la urbanización y el crecimiento de los ingresos, la población está experimentando entornos alimentarios nuevos, ampliando sus posibilidades de elección de
alimentos y diversificando sus hábitos dietéticos en sentidos tanto positivos como negativos.
En el informe se establecen cinco categorías principales de motores del cambio en los sistemas alimentarios que influyen en la nutrición y las dietas: biofísicos y ambientales; innovación, tecnología e infraestructura; políticos y económicos; socioculturales; y demográficos.
Señala que la motivación para actuar es fuerte, pero la formulación y aplicación de políticas y programas eficaces enfrenta numerosos obstáculos. Para actuar es necesario reconocer el derecho a la alimentación y priorizar esta perspectiva basada en los derechos para los más vulnerables. Aunque los compromisos contraídos recientemente por los gobiernos, así como los propios ODS, hacen hincapié en los enfoques basados en los derechos, muchos países continúan sin reconocer este derecho. Las luchas por el poder conllevan desafíos, ya que las empresas
transnacionales de alimentos utilizan su poder económico para obstaculizar la acción política orientada a mejorar los sistemas alimentarios y las dietas. Los conflictos de intereses también entorpecen la consecución de los objetivos, en la medida en que las políticas o las prácticas de un particular o una institución se alejan de las metas en materia de salud y nutrición.
El informe se cierra con un conjunto de recomendaciones, unas de carácter general, y otras específicas relacionadas con las cadenas de suministro de alimentos, los entornos alimentarios y el comportamiento de los consumidores.