El sobrepeso y la obesidad junto a las enfermedades no transmisibles asociadas se han convertido en uno de los principales problemas de salud en el mundo. Su origen se debe a varios factores, entre los que se encuentran los cambios en los patrones alimentarios, mayor consumo de alimentos ultraprocesados con alto contenido en azúcar y grasas trans, la desregulación del mercado, un rápido crecimiento económico, el sedentarismo y la percepción de falta de tiempo. Para poder hacer frente a esta situación es necesario el desarrollo de políticas públicas que puedan contribuir a transformar los sistemas y favorecer la disponibilidad, el acceso y el consumo de alimentos saludables.
Por un lado, están las políticas que promueven la oferta de alimentos saludables. La producción de granos y cereales ricos en almidón que se utilizan para producir los alimentos ultraprocesados ha desplazado la producción de vegetales ricos en nutrientes tales como hortalizas, frutas y legumbres. Ante esto, acciones orientadas a diversificar la producción de la agricultura familiar y de pequeñas explotaciones constituyen una oportunidad para aumentar la variedad de alimentos ricos en nutrientes y mejorar la situación nutricional de la población. Potenciar el rol de los sistemas actuales de abastecimiento y distribución de alimentos para promover un mayor consumo de alimentos frescos, variados y saludables, facilitando la inclusión de la agricultura familiar en los mercados y en las compras públicas para que el Estado pueda mejorar los patrones alimentarios de la población. Además, si se complementa con educación alimentaria y nutricional, se puede mejorar la relación del consumidor con los alimentos, estimular el descubrimiento de diferentes sabores y texturas, y aumentar la aceptación de ciertos alimentos.
Otro tipo de políticas son las políticas para promover el consumo de alimentos saludables que se puede conseguir mediante el impulso de medidas fiscales basadas en impuestos y subsidios, ya que hay suficientes evidencias de que los impuestos selectivos al consumo, diseñados apropiadamente, pueden llevar a una disminución de consumo de productos ultraprocesados del mismo modo que los subsidios en los precios de frutas y hortalizas favorecen su consumo. Además, es importante la regulación de la publicidad de alimentos ya que se ha demostrado que la publicidad influye en la elección de los alimentos, especialmente por parte de los niños; los hábitos que estos desarrollan temprano en la vida persisten en la edad adulta, por lo que también se debe regular los alimentos que se distribuyen en los centros educativos y se debe promover la actividad física.
Al aumentar el consumo de alimentos saludables, se puede reducir el riesgo asociado a una elevada ingesta de productos ultraprocesados y, como consecuencia, ayudar a prevenir el sobrepeso y la obesidad en la población.