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Cuestiones decisivas para la seguridad alimentaria y la nutrición

El Grupo de alto nivel de expertos del Comité de Seguridad Alimentaria publicó una nota en la que señala siete cuestiones claves a abordar en el futuro próximo
Detalle de la portada del informe

En 2014, por encargo del Comité de Seguridad Alimentaria (CSA), el Grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición (GANESAN) publicó una primera nota sobre cuestiones nuevas y decisivas para la seguridad alimentaria y la nutrición. Al año siguiente el Comité decidió que el GANESAN actualizara esta nota cada cuatro años para apoyar la orientación del programa de trabajo plurianual del CSA. La segunda nota sobre cuestiones nuevas, publicada en 2017, sirvió de fundamento de la programación para 2020-23.

En el segundo semestre de 2022, el GANESAN ha publicado la tercera nota, que servirá de fundamento a la programación 2024-27 del CSA.  En esta tercera nota se establecen siete cuestiones fundamentales que inciden en la seguridad alimentaria y la nutrición:

  1. El fomento de cadenas de suministro resilientes y equitativas para la seguridad alimentaria y la nutrición: Las cadenas de suministro de alimentos pueden sufrir tensiones cuando alguno de los factores necesarios para su correcto funcionamiento se ve afectado negativamente; recientes acontecimientos han mostrado sus vulnerabilidades estructurales. Además, suelen estar dominadas por un puñado de grandes empresas transnacionales que pretenden conseguir economías de escala y que acumulan un poder desproporcionado que les permite dar forma a las cadenas de suministro de tal manera que pueden ser desventajosas para los que poseen menos influencia. El GANESAN plantea en este apartado una serie de cuestiones sobre cómo fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro y cómo hacer que sean más inclusivas y equitativas.
  2. El fortalecimiento de los sistemas alimentarios urbanos y periurbanos en el contexto de la urbanización y la transformación rural: En un mundo con más del 60% de la población viviendo en ciudades, estas pueden desempeñar un papel crucial en la formulación de políticas relacionadas con el sistema alimentario a fin de reforzar su resiliencia. La agricultura urbana y periurbana es una opción importante, con potenciales efectos positivos en la diversidad de la alimentación, la calidad de los espacios urbanos y las acciones comunitarias, y el empoderamiento. Pero, en la mayoría de las ciudades, existe poco apoyo estatal a la agricultura urbana y periurbana. En la formulación de las políticas alimentarias deben tenerse en cuenta las necesidades específicas de los diferentes contextos rurales y urbanos, así como los vínculos entre ellos.
  3. Los conflictos y la fragilidad de los sistemas alimentarios: Los conflictos son uno de los mayores impulsores del hambre y la malnutrición que, a su vez, pueden ser impulsores de conflictos. En 2021, el 70 % de las personas que sufrían hambre aguda vivía en países afectados por conflictos. Los conflictos afectan negativamente a las seis dimensiones de la seguridad alimentaria por el desplazamiento de los agricultores y pastores, la destrucción de los activos agrícolas, la perturbación de los mercados, el alza de los precios de los alimentos y el socavamiento de los medios de vida. La intervención humanitaria a corto plazo en estas situaciones es vital, pero, en última instancia, no basta.
  4. La revitalización de las políticas climáticas para la seguridad alimentaria y la nutrición: El cambio climático sigue siendo una amenaza decisiva y duradera para la seguridad alimentaria y la nutrición a escala mundial. Al mismo tiempo, los sistemas alimentarios siguen siendo una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que contribuyen al cambio climático, puesto que entre el 21 % y el 37 % de las emisiones de GEI están vinculadas a los sistemas alimentarios. Dada la dinámica compleja actual que se establece entre el cambio climático, la seguridad alimentaria y la nutrición, y los sistemas alimentarios, es vital evaluar, coordinar y examinar las políticas existentes y determinar dónde se producen los problemas y las oportunidades.
  5. El reconocimiento del papel y los derechos de los trabajadores del sistema alimentario: Las personas que trabajan en todo el sistema alimentario han estado durante mucho tiempo mal remuneradas y subestimadas, haciendo frente a riesgos profesionales, la pobreza y la inseguridad alimentaria. A pesar de su importante contribución al sector agrícola (representan el 43% de la mano de obra agrícola en el Sur del mundo), incluido el de la pesca, las mujeres rurales suelen encontrarse en situaciones desfavorecidas. También existen innumerables casos informados de trabajo infantil, trabajadores en condiciones similares a la esclavitud y violencia sexual. La mejora de la calidad del empleo en el sistema alimentario requiere prestar atención a una mayor estabilidad en los ingresos y a una mejora de las condiciones laborales, en especial de las mujeres, los jóvenes y los migrantes.
  6. La creación de una interfaz adecuada para los diferentes conocimientos y prácticas relativos a la seguridad alimentaria y la nutrición: Los sistemas alimentarios del mundo son diferentes e incorporan una variedad de sistemas de conocimientos y tecnologías con miras a adaptarse a diferentes contextos agroecológicos, políticos, económicos y socioculturales. En ellos se encuentran enfoques científicos y modernos frente a tecnologías tradicionales y prácticas indígenas. Es cuestión crucial analizar las relaciones de poder dentro de los sistemas alimentarios, cómo y por qué determinadas formas de conocimiento se han presentado como marginales, y cuál es el papel de las grandes corporaciones y la gran filantropía en la configuración de los debates sobre investigación y políticas.
  7. Las enfermedades infecciosas emergentes y recurrentes y otros casos de peligro biológico que plantean un desafío para la seguridad alimentaria y la nutrición: La COVID-19 es la sexta epidemia zoonótica desde 1980. La frecuencia y gravedad de estos acontecimientos está aumentando a medida que las personas invaden los hábitats de la vida silvestre y se intensifican los sistemas de producción ganadera y pesquera. El ritmo sin precedentes de aparición de enfermedades infecciosas y la necesidad de alimentar de forma sostenible a la población mundial representan dos de los retos ecológicos y de salud pública más formidables del siglo XXI.

La interconexión de los siete temas fortalece el enfoque conceptual, central para la labor que se han propuesto el GANESAN y el CSA de cartografiar las vías adecuadas para lograr la transformación de los sistemas alimentarios. Esto comprende la centralidad de un enfoque basado en los derechos humanos a fin de abordar las seis dimensiones de la seguridad alimentaria –disponibilidad, acceso, utilización, estabilidad, arbitrio y sostenibilidad– como un elemento esencial del derecho “individual y colectivo” a vivir vidas “satisfactorias y dignas”. En los últimos años, el GANESAN también ha hecho hincapié en la necesidad de conceptualizar las cuestiones relativas a la seguridad alimentaria y la nutrición dentro de un marco de sistemas alimentarios sostenibles.