El tema de este año es “Desafíos y oportunidades en el logro de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y niñas rurales”.
Como parte de los preparativos de esta comisión, la FAO, junto con FIDA, ONU-mujeres y el Programa Mundial de Alimentos llevaron a cabo una discusión en línea el pasado verano para establecer algunas prioridades. El texto Mujeres rurales: luchando por lograr impactos transformadores de género, es el resumen que elaboró el Foro Global sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (Foro FSN) sobre este debate; en él se recogen 98 contribuciones de 78 personas de más de 30 países.
El enfoque de género es un factor primordial en la organización de sociedades; luchar por la igualdad es necesario para un desarrollo sostenible, viable y equitativo. La igualdad de género no solo es el empoderamiento económico sino también un empoderamiento social, político y cultural de las mujeres. Durante este debate en línea se dialogó sobre los desafíos a los que se enfrentan mujeres y niñas en entornos rurales. Según opinión mayoritaria, la mayor barrera que tienen que superar es la social, la creencia de lo que debería ser y cómo debe comportarse una mujer.
La educación es primordial para lograr la igualdad pero las niñas que viven en entornos rurales suelen abandonar la escuela antes de tiempo, por tener que casarse o bien ocuparse de las tareas domésticas; este hecho influirá no solo en su alfabetización sino también en su autoestima y confianza futura.
Las mujeres sufren una falta de derechos legales y financieros. No tienen acceso a la tierra ni tampoco pueden solicitar créditos ya que los bancos no confían en su capacidad empresarial. Otra de las realidades que impide que las mujeres puedan empoderarse es la carga de trabajo no remunerado que tienen, trabajo en el campo y en las tareas domésticas. Las mujeres trabajan sin remuneración, en trabajos de poca categoría sin posibilidad de crear una empresa.
Durante el debate en línea del pasado verano también se plantearon si las políticas que se llevan a cabo son adecuadas para lograr la igualdad. Se consideró que los proyectos con la capacidad de transformar los roles de género son una parte muy pequeña de la ayuda al desarrollo rural, lo que complica reducir la brecha de género. Otro problema es que muchas veces los proyectos se formulan sin hacer un análisis de género adecuado. Es primordial incluir el enfoque de género siempre, en todas las políticas y discusiones. Y buscar mecanismos que sean capaces de medir los resultados de éstas.
Por último, se debatió sobre cómo lograr un mejor impacto de transformación de género. Se consideró que es necesario diseñar políticas agrícolas justas e igualitarias en cuestión de género, se necesitan acciones como valorar el trabajo doméstico no remunerado y que se registre en las estadísticas o crear un sistema jurídico con perspectiva de género que tenga en cuenta que las mujeres accedan a los recursos, por ejemplo.
También es importante tener en cuenta la dimensión social y trabajar con mujeres pero siempre involucrando a los hombres. La igualdad debe trabajarse desde la escuela e iniciarse cuanto antes, animar a que los hombres compartan con las mujeres las responsabilidades domésticas y hacer que los gobiernos garanticen el cuidado y la alimentación de los menores especialmente en temporada agrícola. Y hacer que los gobiernos incentiven a las empresas a contratar mujeres.
Se concluyó con tres desafíos para lograr los objetivos marcados en la Agenda 2030:
- Abordar de manera más sistemática las normas subyacentes que mantienen la desigualdad de género.
- Replicar las experiencias positivas y aplicarlas en otros lugares.
- Rapidez y flexibilidad para adaptarse al contexto cambiante.