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Fortalecer la agricultura sostenible

El G20 publica un informe para incentivar las prácticas de agricultura sostenible en los países que lo forman
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El G20 ha publicado un breve informe sobre cómo fortalecer las prácticas de agricultura sostenible. El texto, titulado “Ampliando prácticas agrícolas sostenibles”, explica que las tecnologías agrícolas implementadas en el siglo XX ayudaron a triplicar la producción de alimentos y alimentar a la creciente población mundial. Pero estas prácticas han supuesto un impacto negativo en el planeta. Por ello el desafío que tenemos hoy es transitar hacia prácticas sostenibles que cuiden los recursos naturales y sean capaces de alimentar a la población. El debate mundial sobre los alimentos ha pasado de cómo alimentar al mundo, sin importar cómo se produzcan los alimentos, a cómo alimentar al mundo de manera saludable y sostenible.

Las razones de este cambio en el discurso son principalmente el agotamiento de los recursos naturales y la creciente amenaza del cambio climático. Nuestro consumo actual de alimentos, fibra, madera y biocombustibles es responsable de la presión sin precedentes sobre los recursos hídricos y terrestres mundiales. Recordemos que  la agricultura es responsable del  70% del uso de agua dulce y representa un porcentaje significativo de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Estos son solo algunos de los problemas.

En este documento los expertos han usado una perspectiva sistémica de agricultura sostenible para excluir soluciones que abordan una sola variable (por ejemplo, que solo reducen el uso de fertilizantes químicos). Se centran en prácticas integrales que incorporen la mejora de diferentes componentes del ecosistema como elemento fundamental, como la agricultura orgánica o la agroecología.

La agricultura sostenible tiene impacto positivo protegiendo el medio ambiente. Pero presenta problemas cuando se trata de adopción, ya que la transición desde la agricultura convencional puede ser arriesgada o  lenta. Esto ha hecho que esta transición sea imposible para muchos agricultores, especialmente para los pequeños agricultores.

Además,  los subsidios agrícolas tradicionalmente no han tenido éxito para incentivar la transición a prácticas sostenibles y se los considera una parte del  modelo de agricultura intensiva. También hay una falta generalizada de una visión de política sistémica para las cuestiones agrícolas y alimentarias, ya sea a nivel nacional o local. Excepto en algunos casos, las partes interesadas no se han organizado a nivel nacional y subnacional para influir en la agenda de políticas y programas para apoyar los sistemas alimentarios y la agricultura sostenible.

Desde este informe recomiendan  a los países del G20 priorizar e incentivar la agricultura sostenible reorientando las políticas agrícolas y alimentarias existentes y diseñando nuevas políticas para apoyar la transición y la ampliación de la agricultura sostenible, particularmente entre los agricultores con escasa capacidad de inversión y acceso limitado a la financiación.

El G20 muestra que mediante tres estrategias podemos fortalecer esta agricultura:

  • Primero se deberán reorientar las políticas agrícolas existentes para alentar a los pequeños agricultores a adoptar una agricultura sostenible. Los países del G20 deberían rediseñar sus subsidios y programas de extensión agrícola para enfocarse en los agricultores/as familiares y de pequeña escala e incluir programas educativos, tecnologías, incentivos y otras herramientas necesarias para la transición hacia una agricultura sostenible. La transición es cara, según este informe, y se necesita una inversión considerable. Es particularmente importante explorar la implementación de financiación de diferentes fuentes.
  • En segundo lugar, se deberán diseñar nuevas políticas para apoyar la transición a la agricultura sostenible. Los países del G20 deben promover el desarrollo de estrategias nacionales y regionales para apoyar sistemas alimentarios sostenibles, incluidas políticas públicas que promuevan la agricultura sostenible.
  • Y el tercero y último es que se deben fomentar más investigaciones en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y las organizaciones de investigación mundiales para conocer los impactos socioeconómicos y ambientales de la agricultura sostenible y poder difundir buenas prácticas que fortalezcan la agricultura sostenible.