En menos de 40 años la tierra tendrá una población de más de 9 mil millones de personas, lo que supondrá un reto para el sistema alimentario.
Actualmente hay alimentos suficientes para la población mundial, cerca de 7 mil millones de personas, pero sin embargo unos mil millones de personas están afectados por el hambre como consecuencia de la pobreza y la desigualdad. En el futuro cuando la población sea mayor, asegurar la alimentación para todos/as será más complicado.
Si el mundo sigue pretendiendo satisfacer la demanda de cultivos como en el pasado, solo aumentando la producción, los países con bajo rendimiento necesitarán expandir las tierras agrícolas y los países ricos deberán intensificar su agricultura. Este aumento de la producción supondría emitir más CO2, lo que aumentaría los gases de efecto invernadero, generaría la contaminación de las aguas y se traduciría en un peligro para el ecosistema.
Producir más alimentos no puede ser la única solución, por ello la Universidad de Minnesota ha estudiado otras alternativas tales como abordar la desigualdad en la distribución, el acceso a las semillas y al mercado de los agricultores. Cambiar nuestras dietas, hacia otras menos dependientes de la carne, y reducir el desperdicio de alimentos son otras opciones que pueden llevarnos a un sistema alimentario más eficiente, en el que todas las personas puedan alimentarse.
Es importante recordar que, aparte de un aumento de la producción, deberemos implementar otras estrategias que tengan en cuenta el medio ambiente y el hambre.