El pasado 16 de septiembre la Comisión Europea emitió una nota de prensa en la que hacía público que se aprobaba la comercialización de diferentes variedades de maíz transgénico destinadas a la alimentación humana y animal.
Desde hace unos meses los Estados miembros de la UE no han alcanzado un consenso sobre el uso de estos transgénicos, por ello la decisión ha recaído finalmente en la Comisión.
En total se han aprobado 11 tipos de maíz transgénico, que han pasado una evaluación científica favorable de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) y que estarán sujetos a estrictas normas de etiquetado y trazabilidad, con un permiso de 10 años.
Diferentes organizaciones y expertos se han mostrado en contra del uso de transgénicos en la agricultura y alimentación, debido a su impacto sobre los polinizadores, la toxicidad a largo plazo sobre seres humano o los daños medioambientales. Debería regir el principio de precaución, ya que no se tienen suficientes conocimientos sobre las consecuencias negativas que pueden tener a largo plazo.