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La introducción de seres marinos fuera de sus hábitats por el ser humano causan graves consecuencias

La proliferación de especies invasoras es, tras la destrucción del hábitat, la principal causa mundial de destrucción de la biodiversidad, según la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN).

La proliferación de especies invasoras es, tras la destrucción del hábitat, la principal causa mundial de destrucción de la biodiversidad, según la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN). Una invasión de especies exóticas, o alóctonas, se produce cuando son extraídas de su medio original, normalmente por el ser humano, y siempre que logren adaptarse en otro lugar distinto, produciendo un efecto negativo en dicho ecosistema.

En el caso de las invasiones marinas, se cree que alrededor de 4.000 especies viajan diariamente alrededor del mundo. No obstante, diversos estudios indican que menos del 3% de estas especies logran finalmente establecerse y convertirse en invasoras. Ahora bien, en este caso, según Laura Capdevila, presidenta del Grupo Especialista en Invasiones Biológicas (GEIB), erradicarlas puede ser imposible si no se previenen a tiempo, lo que se traduce en importantes daños medioambientales y también económicos.

La razón fundamental de su difusión planetaria es el tráfico marítimo internacional, dentro de alguna mercancía o al quedar adheridas en la quilla de los barcos, si bien se cree que su principal vía de entrada es el agua de lastre. Los grandes buques de transporte de mercancías, al ser descargados, pierden estabilidad. Para compensarlo, utilizan tanques de lastre que cargan con agua, un sistema que también usan para ganar en maniobrabilidad y ahorrar combustible. Se calcula que más de 100.000 toneladas de agua de lastre son transportadas anualmente por los barcos de todo el mundo. 

Por ello, Charles F. Boudouresque, profesor de Centro de Oceanología de Marsella, afirma que los buques petroleros son "acuarios gigantes" donde bacterias, plancton, larvas e incluso peces pueden sobrevivir durante semanas.

En este sentido, España se encuentra especialmente amenazada por este problema, al estar situada en las principales rutas de los petroleros, tanto por el Estrecho de Gibraltar como por el Mediterráneo, el Mar de Alborán o la Costa de la Muerte gallega.