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Los fertilizantes amenazan la producción agrícola sostenible

Estudios recientes muestran que la contaminación acumulada en el suelo reduce la producción agrícola y amenaza la agricultura sostenible. La consecuencia es una mayor dependencia de los abonos nitrogenados y un mayor riesgo de contaminación de las aguas por nitratos.

Estudios recientes muestran que la contaminación acumulada en el suelo reduce la producción agrícola y amenaza la agricultura sostenible. La consecuencia es una mayor dependencia de los abonos nitrogenados y un mayor riesgo de contaminación de las aguas por nitratos. Los efectos de la contaminación se extienden más allá de lo que uno habría podido imaginar en principio. Así, por ejemplo, la pintura de un poste telefónico puede afectar a la productividad de los campos agrícolas, lo que a su vez acaba repercutiendo en la calidad de las aguas que llegan al consumidor. Un trabajo reciente ha puesto al descubierto precisamente eso. El estudio, de la Universidad de Oregon (EE.UU.), revela que los contaminantes que se acumulan en el suelo disminuyen la productividad de los cultivos, lo que pone en riesgo las estrategias que persiguen una agricultura sostenible. Al reducirse la productividad, los agricultores recurren a más fertilizantes y pesticidas, lo que a su vez aumenta la contaminación del suelo y de las aguas subterráneas por nitratos procedentes del fertilizante. El resultado es un circulo vicioso, un efecto perverso a largo plazo de la contaminación que se refleja en la calidad de la agricultura, de los acuíferos y del agua de consumo doméstico.

El nitrógeno es esencial para el crecimiento de las plantas y la agricultura hace que este elemento vaya agotándose del suelo. Para remediarlo, la agricultura convencional ha optado por la aplicación masiva de fertilizantes nitrogenados y el riego abundante. El problema es que las plantas sólo absorben la mitad de esos fertilizantes. El resto se filtra a través del suelo con las aguas de riego y acaba contaminando los acuíferos y ríos. Estudios realizados en el Reino Unido han calculado que se filtran entre 50 y 60 kilogramos de nitrógeno por hectárea al año y que el 58% de los nitratos que contaminan los acuíferos proceden de la agricultura. En España, éste es un problema muy extendido. Una de las zonas más afectadas, aunque no la única, es la Comunidad Valenciana, donde en muchos acuíferos se supera el límite de 50 miligramos de nitratos por litro de agua establecido por la UE.

La consecuencia es un exceso de nitratos en las reservas de agua, a veces a niveles que pueden afectar a la salud humana y ambiental. Se sabe que el principal efecto sobre la salud es la metahemoglobinemia, un trastorno que provoca limitaciones de la hemoglobina para transportar oxigeno a los tejidos. También hay indicios de que los nitratos pueden estar relacionados con la aparición de cánceres en el tubo digestivo.

Si la cantidad de fertilizante aplicada es moderada, no tiene por qué producirse un exceso de nitratos. El riesgo surge, apuntan los expertos, cuando se sobrepasan las cantidades recomendadas en un intento de conseguir un mayor crecimiento de las plantas. Pero añadir más fertilizante no supone automáticamente un aumento de la productividad, ya que la causa del poco rendimiento de los cultivos puede tener otro origen. Es lo que ha revelado el trabajo de la Universidad de Oregon, publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Según el estudio, los compuestos químicos presentes en el suelo afectan al crecimiento de los cultivos de leguminosas, ya que reducen su capacidad de capturar y fijar nitrógeno (un proceso esencial en el crecimiento de este tipo de plantas). Por ejemplo, el insecticida metilparation -que se aplica a la alfalfa y al algodón- reduce la productividad en un 35%, y el DDT - que aunque ya no se usa, está presente en muchos suelos agrícolas- en un 45%. El bisfenol A, un compuesto empleado en los plásticos y que se ha convertido en un contaminante prácticamente omnipresente, provoca una reducción de la productividad en la alfalfa de un 50%. Otro contaminante, el pentaclorofenol, usado para proteger la madera de los postes de teléfono y de otras infraestructuras, reduce el rendimiento de los cultivos en hasta un 80%. Todo ello explicaría, dicen estos expertos, el descenso en la productividad que se ha visto en los últimos 40 años en todos los países y a pesar de la creciente aplicación de fertilizantes y pesticidas.