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Más de 9 millones de españoles viven en zonas declaradas libres de transgénicos

Se dispara el rechazo social e institucional a la introducción de estos productos en la agricultura y alimentación.

Se dispara el rechazo social e institucional a la introducción de estos productos en la agricultura y alimentación.El rechazo a la introducción de los organismos modificados genéticamente (conocidos como transgénicos) en nuestra agricultura y alimentación es cada vez más evidente. Y una de las vías para expresar la oposición social son las declaraciones institucionales de Zonas libres de Transgénicos. La declaración de cuatro Comunidades Autónomas, más de 90 municipios, diputaciones provinciales o cabildos insulares permiten que ya sean más de 9 millones de personas las que viven en territorios declarados libres de transgénicos.

Frente a la imposición de los organismos modificados genéticamente en nuestra agricultura y alimentación, cada vez son más las instituciones europeas y españolas que expresan el rechazo ciudadano a través de declaraciones en las que reivindican su derecho a mantener su territorio libre de transgénicos. Las Comunidades Autónomas de Asturias, Canarias, Baleares y País Vasco, más de 90 municipios, los cabildos y consejos insulares de Mallorca, Menorca y Lanzarote y muchas otras instituciones se han sumado ya a las más de 200 regiones y 4500 autoridades locales europeas que están reclamando su derecho a decidir sobre la introducción de transgénicos en su agricultura y alimentación.

Los municipios de Altea en Alicante, Val do Dubra en Coruña, La Acebeda en Madrid, Etxauri en Navarra, Elche de la Sierra en Albacete o la Diputación de Málaga han sido algunas de las últimas instituciones en sumarse a esta iniciativa, impulsada por multitud de organizaciones y colectivos a nivel local, regional y estatal.

“La declaración de una zona como libre de transgénicos expresa a nivel institucional el rechazo ciudadano. Y son una señal clara para la industria, que pretende a toda costa introducir unos productos para los que no existe demanda” afirmó David Sánchez, responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra.

España es, desde 1998, el único país de la UE que cultiva transgénicos a gran escala. Frente a las 75.000 hectáreas cultivadas con maíz transgénico en 2007 en nuestro país, son ya siete los países que han desarrollado iniciativas para frenar su cultivo, como Austria, Grecia, Italia, Hungría, Rumania o Polonia. Francia, uno de los últimos en sumarse, lo hizo en base a un informe científico que recopilaba las evidencias sobre sus impactos ambientales, la falta de estudios sobre efectos a largo plazo para la salud humana o la imposibilidad de controlar la dispersión de los transgénicos y evitar la contaminación de los cultivos ecológicos y convencionales.

“Estamos cultivando productos que el resto de Europa rechaza por sus impactos e incertidumbres. El Gobierno no puede mirar hacia otro lado y seguir ignorando la cada vez mayor oposición social e institucional. Debe tomar medidas para eliminar el cultivo de transgénicos de España lo antes posible” añadió Sánchez.

Frente a la crisis alimentaria, son muchas las voces desde la industria que plantean de nuevo a los transgénicos como la solución a los problemas de hambre y subida de los precios de los alimentos. Desde Amigos de la Tierra se ha demostrado en repetidas ocasiones que, además de los impactos ambientales e incertidumbres sobre la salud, los cultivos transgénicos:

 No solucionan los problemas de hambre y pobreza. La inmensa mayoría de los cultivos modificados genéticamente comercializados son cultivos de carácter industrial (soja, maíz, colza y algodón) que se destinan a alimentación del ganado de los países desarrollados o para fibra textil. Los transgénicos, como semillas patentadas y más caras, forman parte del modelo de agricultura intensiva que está fomentando la pérdida del medio de vida de los pequeños campesinos a nivel global.

 Los cultivos transgénicos no han demostrado tener mayores rendimientos. Los transgénicos en el mercado no están modificados para aumentar los rendimientos, sino para ser resistentes a insectos o resistentes a herbicidas. No hay ningún transgénico en el mercado que sea más nutritivo o de mejor calidad, y no han demostrado ser más productivos.