El IFPRI (Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, por sus siglas en inglés) ha publicado su trabajo anual Global Food Policy Report 2020 bajo el título ‘Construyendo sistemas alimentarios inclusivos’. Este informe analiza los sistemas alimentarios del presente para analizar cómo podrían desarrollarse para ser sostenibles y capaces de alimentar a todas las personas en el futuro.
En el primer capítulo, “Reformar los sistemas alimentarios. El imperativo de la inclusión”, se analiza la importancia de crear sistemas alimentarios inclusivos para fortalecer nuestra capacidad de resiliencia, haciendo que sean saludables, sostenibles, sin olvidar a las personas más vulnerables.
Los sistemas alimentarios inclusivos crean oportunidades de ingresos para las personas pobres, reduciendo el hambre y la pobreza y rompiendo ese ciclo de pobreza intergeneracional. Pueden ayudar a construir un sentido de comunidad, posiblemente contribuyendo a la estabilidad política.
El sector agroalimentario es el sustento de muchas personas, especialmente en países de bajos ingresos, donde el 63% de las personas trabajan en la agricultura. Integrar a las personas marginadas en los sistemas alimentarios, vinculando a los agricultores de nivel de subsistencia con los mercados o incentivando a los hogares agrícolas a avanzar hacia segmentos en expansión de la cadena de valor alimentaria, es quizás la forma más efectiva de lograr un crecimiento económico inclusivo. Al aumentar los ingresos de los hogares, la inclusión puede ayudar a reducir la pobreza y ayudar a los hogares pobres a acceder a otros servicios como educación, saneamiento y atención médica.
Se debe reconocer las contribuciones que las personas excluidas ya hacen a los sistemas alimentarios con su tiempo y trabajo a través de políticas que les permitan acceder a beneficios más equitativos.
Para hacer sistemas alimentarios inclusivos, se puede comenzar prestando atención al principio de la cadena, mejorando el acceso de la población rural a los recursos naturales, como la tierra y el agua, o al crédito. O se puede prestar atención a la mitad de la cadena, en el procesamiento, la distribución y los servicios, donde el potencial para crear empresas y empleos es mayor.
La innovación en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), como los teléfonos móviles, ofrecen oportunidades para que las poblaciones excluidas accedan a la información y los servicios, y participen a lo largo de la cadena de valor alimentaria.
Los programas de protección social pueden salvaguardar la seguridad alimentaria de las personas más vulnerables para que construyan medios de vida más resistentes. La educación es el mayor impulsor de la inclusión. Aumenta los ingresos, mejora la nutrición, la salud, la participación cívica y la igualdad de género. Incluir a las personas marginadas en el proceso de diseño de políticas y programas relacionados con el sistema alimentario puede darles voz en el monitoreo, evaluación y hacer que las instituciones sean responsables para crear sistemas alimentarios inclusivos.
La inclusión debe abordarse a nivel de política global. Los foros de políticas mundiales pueden, a través de la conciencia de la desigualdad, invertir a gran escala en investigación y programación para hacer que los sistemas alimentarios sean inclusivos.
La inclusión también debe abordarse a nivel nacional. Las políticas del sistema alimentario nacional se pueden adaptar para abordar nuevos obstáculos y aprovechar nuevas oportunidades, prestando atención al contexto local y a los grupos desfavorecidos. Se deben identificar las necesidades de las personas más vulnerables para desarrollar políticas que contribuyan a su inclusión. Esos sistemas alimentarios deben abordar los retos presentes, como las dietas poco saludables o el cambio climático.