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Urge un cambio de rumbo en el proceso preparatorio de la Cumbre de Sistemas Alimentarios

Tres relatores especiales sobre el derecho a la alimentación hacen cuestionamientos sobre el proceso
Fotografías de los tres relatores firmantes de la carta

A unos meses de que se celebre la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU, las tres personas que han ocupado la relatoría especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación en los últimos 13 años han advertido de que no será una cumbre realmente inclusiva a menos que se replantee el proceso preparatorio. 

Esta Cumbre pretende presentar principios que guíen a los gobiernos y otras partes interesadas en lograr sistemas alimentarios sostenibles que impulsen los ODS. Para ello se requiere que sea un proceso multilateral, basado en los derechos, legítimo e inclusivo. De hecho, en el planteamiento inicial Naciones Unidas declaró que “En el proceso de preparación intervendrán la sociedad civil, agricultores, pueblos indígenas, gobiernos, el sector privado, centros de investigación, grupos de reflexión y organismos de ejecución. En la Cumbre se procurará considerar las valiosas percepciones y orientaciones de las personas y comunidades que más tienen que ganar o perder según cómo funcionen los sistemas alimentarios”. Sin embargo, el actual Relator Especial de la ONU sobre Derecho a la Alimentación, Michael Fakhri, y los relatores anteriores, Hilal Ever y Olivier de Schutter, han mostrado su preocupación respecto a la marcha actual de la organización de la Cumbre, donde están teniendo excesivo peso las empresas del sector agroalimentario. Así lo han mostrado en una carta abierta publicada en IPSnews. 

Los relatores señalan que hay un problema inicial en cómo se ha organizado el proceso. Consideran que se ha desviado la atención de los gobiernos del Consejo de Seguridad Alimentaria Mundial, que ya cuenta  con los elementos necesarios para organizar un proceso de este tipo: un espacio para discutir el futuro de los sistemas alimentarios, un compromiso integral con el derecho a la alimentación, mecanismos para involucrar a la sociedad civil y al sector privado en sus propios términos, y un panel de expertos que proporciona periódicamente informes de vanguardia.

En segundo lugar, señalan que las reglas para participar en la Cumbre fueron determinadas por un pequeño grupo de actores: el sector privado, las organizaciones que sirven al sector privado (en particular el Foro Económico Mundial), los científicos y los economistas iniciaron el proceso, marcaron los parámetros, y se invitó a los gobiernos y actores de la sociedad civil a trabajar dentro de esos parámetros. Inevitablemente, eso puede significar sistemas agrícolas controlados por inteligencia artificial, edición de genes y otras soluciones de alta tecnología orientadas a la agricultura a gran escala.

Como resultado, las ideas que deberían haber sido el punto de partida para una Cumbre centrada en las personas y el planeta han quedado efectivamente excluidas. Durante más de una década, los agricultores, pescadores, pastores y trabajadores de la alimentación han estado exigiendo una transformación del sistema alimentario arraigada en la soberanía alimentaria y la agroecología. Esta visión se basa en rediseñar, re-diversificar y reubicar los sistemas agrícolas. Requiere que se cuestionen los supuestos económicos, se protejan los derechos humanos y se reequilibre el poder. Aunque se han hecho algunas concesiones, han sido tardías y limitadas, de manera que no despejan el escepticismo de muchos actores respecto a los resultados esperables de la Cumbre.

Desde su experiencia como relatores especiales de la ONU sobre el derecho a la alimentación, destacan la importancia de mejorar la rendición de cuentas y la democracia en los sistemas alimentarios, y el valor del conocimiento local y tradicional de las personas. Consideran que las cuestiones de poder, participación y rendición de cuentas (es decir, cómo y por quién se entregarán los resultados) siguen sin resolverse.

Reclaman un cambio radical en la dirección que está tomando la Cumbre y señalan que:

  • El derecho a la alimentación debe ocupar un lugar central en todos los aspectos de la Cumbre, prestando especial atención a responsabilizar a quienes tienen el poder.
  • La agroecología debe reconocerse como un paradigma (si no “el” paradigma) para transformar los sistemas alimentarios, junto con recomendaciones prácticas para apoyar la transición agroecológica.
  • El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que fue reformado en 2009 precisamente para dotarlo de un adecuado sistema de gobernanza y de una representatividad equilibrada, debería ser designado como el espacio donde se discute e implementa la orientación y resultados de la Cumbre, utilizando sus mecanismos de participación inclusiva.

Este alegato se suma a los que llevan haciendo desde hace meses organizaciones de la sociedad civil, que han denunciando que las empresas de la agroindustria están influyendo excesivamente en los preparativos de la Cumbre.