La Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe ha publicado el segundo boletín sobre Pérdidas y desperdicios de alimentos en América Latina y el Caribe (ALC) que describe las estrategias que se están llevando a cabo en la región para evitar que la comida acabe en la basura.
Hace casi un año se publicaba el primer boletín con el objetivo de analizar y explicar esta realidad en la región. En esa primera publicación se advertía que los alimentos desperdiciados a nivel de venta minorista podrían satisfacer las necesidades alimenticias del 64% de los 47 millones de personas que sufrían hambre en la región. Sin embargo la realidad actual es que la región está avanzando hacia un futuro con menos pérdidas de alimentos, tal y como explica el informe.
En el boletín se describe la línea de acción que se va a llevar a cabo en la región para reducir el despilfarro de alimentos. Esta línea de acción se incluye dentro del Plan de Acción para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre, aprobado en Enero de este 2015 y llevado a cabo por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). La reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos plantea distintas medidas, como por ejemplo: generar campañas de concienciación para los distintos actores de la cadena alimentaria y aplicar buenas prácticas agrícolas; desarrollar estrategias de conservación de los productos de cosecha, o promover programas que fortalezcan la calidad e inocuidad de los alimentos provenientes de la agricultura familiar.
La publicación recoge además las experiencias positivas que están surgiendo para reducir el despilfarro de alimentos en algunos países en concreto y en la región en general. Una de esas experiencias es Disco Sopa, un proyecto que pretende demostrar que algunos alimentos desperdiciados pueden ser ingeridos de forma segura. Lo que se hace es organizar una reunión comunitaria donde el voluntariado recupera frutas y verduras que iban a ser desechadas en los mercados pero que son susceptibles de aprovechamiento. Estos alimentos son después preparados para distribuirlos de inmediato y gratuitamente entre los asistentes en un ambiente festivo.
En el boletín se añade como ALC está avanzando para crear una institucionalidad que conforme una Alianza Regional centrada en la temática y que establezca una serie de metas comunes para reducir el despilfarro de alimentos. La alianza se está construyendo a partir de Comités Nacionales que integran diferentes actores y lo deseable es llevar a cabo estrategias y planes que erradiquen el desperdicio y las pérdidas de alimentos.
También se describe en un último apartado el estado del arte de las pérdidas y desperdicios de alimentos en los productos básicos en algunos países, explicando de forma gráfica cómo se han realizado las mediciones, cuáles son las causas y cuáles las soluciones.
Por último aparece una infografía destinada a los consumidores/as, para que todos/as contribuyamos a que los alimentos no acaben innecesariamente en la basura.
El desperdicio de alimentos es un problema muy complejo –con repercusiones sociales, económicas y ambientales– en el que todos/as podemos ser los actores que modifiquen esta situación: desde los gobiernos hasta los consumidores debemos estar implicados en su reducción.