Las organizaciones holandesas Development Organisation (SNV) y Royal Tropical Institute (KIT) se han asociado para crear soluciones sobre el desarrollo agrícola; soluciones basadas en la evidencia práctica, que puedan aplicarse de forma global y local y que deben tener en cuenta la perspectiva de género.
A razón de este proyecto han publicado el informe titulado Bringing agriculture and nutrition together using a gender lens en el que se analiza el vínculo que existe entre el empoderamiento de la mujer y la seguridad alimentaria y nutricional.
La agricultura es claramente un sector feminizado ya que, según datos la FAO, las mujeres constituyen alrededor del 43% de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo.Sin embargo, a pesar de que las mujeres son en muchos lugares las principales productoras de alimentos, se ven mayoritariamente afectadas por el hambre y la desnutrición. Estos datos han supuesto que el empoderamiento de las mujeres se haya considerado una estrategia fundamental en la lucha contra el hambre. En el informe se revisan los debates actuales sobre la alimentación y la nutrición, haciendo una crítica de estos, y se evidencia la correlación existente entre empoderamiento de la mujer y mejora de la seguridad alimentaria. Añade también una serie de intervenciones a incluir en los programas, a través de un “kit de herramientas”, que integre la perspectiva de género.
Este informe proporciona una base conceptual de la perspectiva de género para llevar a cabo un análisis del mismo. Los factores que analiza son: división del trabajo, acceso y control de los recursos, toma de decisiones, normas y valores (factores que se relacionan los unos con los otros). Las relaciones de género se producen y reproducen a través de normas y valores en los diferentes ámbitos (familiar, comunitario, nacional, mundial). El enfoque de género nos ayuda a entender cómo las relaciones entre hombres y mujeres influyen en la seguridad alimentaria y nutricional a nivel individual, familiar y comunitario y cómo cambiarlas puede mejorar la seguridad alimentaria del contexto.
Las mujeres y los niños se ven especialmente afectados por la desnutrición, en particular los niños menores de dos años. Una buena nutrición durante el embarazo y el desarrollo del niño hasta los 2 años mejora las capacidades cognitivas y el desarrollo socio-emocional, lo que demuestra que mujeres y madres pueden ser la clave para abordar el problema de la desnutrición. O el hecho de que ellas, por ejemplo, participen en la toma de las decisiones sobre los ingresos y cómo gestionarlos hace que se dedique más dinero a alimentos, salud y cuidado, lo que se traduce en una mejora del estado alimentario de la familia y del suyo propio, tal y como evidencian los autores de manera empírica. Destacan también otros factores, como el reparto del tiempo, el acceso a los recursos o las normas acerca de quién come primero, factores que se vinculan directamente con la seguridad alimentaria y nutricional del contexto.
Los autores evidencian que para intervenir sobre estos factores es necesario hacer un estudio del contexto y las funciones que tiene la mujer, a través del cual se podrán evaluar las resistencias y conflictos que pueden producirse o valorar las oportunidades y obstáculos que van a surgir.
Añaden que las estrategias llevadas a cabo deben ser participativas, locales y sostenibles para el medio ambiente y que todo programa debe ir más allá de la inclusión o del reconocimiento de la mujer como vulnerable o potencial motor de desarrollo económico.
En conclusión este trabajo puede ser útil para guiar planes nutricionales gracias a su elaborado estudio y a su “kit de herramientas” que proporciona los primeros pasos para lograr un óptimo enfoque de género.