El periódico El Mundo ha publicado un interesante especial, escrito por Marthe Rubió, sobre la evolución de la quinoa en el mercado internacional y en el sistema alimentario global.
La quinoa es una semilla que durante siglos se ha cultivado exclusivamente en la zona andina de Bolivia, hasta que llegó su boom. Es un alimento muy nutritivo y puede cultivarse en condiciones extremas, características que lo hace muy interesante. En el año 2013 la ONU declaró el “Año Internacional de la quinoa” y lanzó una campaña mundial para promocionarlo. Entonces las exportaciones aumentaron tanto que los precios se dispararon. Pero lo que fue un día la gallina de oro se ha convertido en una pesadilla para cientos de agricultores/as.
La quinoa, que era el alimento de los pobres en la región andina ganó prestigio gracias a su éxito en el primer mundo. Entre los años 2012 y 2014, el número de las exportaciones de quinoa hacia Estados Unidos y Europa aumentaron un 260 %.
El alza del precio de la quinoa llegó en el año 2013 (60 veces más que el trigo). Las ventas se dispararon y los bolivianos/as de la zona empezaron a aumentar sus ingresos. Esta semilla atrajó entonces la mirada de Perú, donde empezó a producirse gracias a la subida de su valor, y el apoyo del gobierno del país. Allí se cosecha en grandes cantidades y con uso masivo de productos químicos. Mientras que en Bolivia se producían 500 kilos por hectárea, en Perú se alcanzaban hasta los 7.000 kilos.
En algunas zonas de Perú los productores comenzaron a utilizar demasiados pesticidas para eliminar los insectos, y Estados Unidos acabó devolviendo cientos de toneladas de quinoa. Muchos agricultores perdieron demasiado, muchos se había endeudado, muchos desconocían cómo cultivar la quinoa.
La devolución de EE.UU trajo consecuencias para el mercado en ambos países. Al principio los países europeos y EEUU no realizaban análisis del producto dando por hecho la ecología de este. Después del escándalo han iniciado análisis más exhaustivos, la analizan incluso cuando compran quinoa con el certificado eco.
Después de la subida llegó la bajada, y el precio de la quinoa se desplomó. Cuando el precio bajó hubo quiénes apilaron quinoa esperando a que el precios ascendiera, pero desde el 2014 el precio no ha subido, por lo contrario ha seguido descendiendo y los productores/as han acumulado sacos de quinoa que se ven obligados a vender a un precio muy bajo.
Los que salieron más beneficiados del éxito de la quinoa han sido los intermediarios. Compraban la quinoa a bajo precio y luego la vendían mucho más cara. Para las empresas a veces resultaba más costoso comprar la quinoa directamente a los agricultores. Las asociaciones de productores debaten durante tiempo la venta, les cuesta entender la lógica del mercado.
Poco a poco la quinoa ha empezado a producirse de la forma convencional en los países enriquecidos, atraídos por las características óptimas de este alimento. En España ya existen dos empresas que la cultivan de forma tradicional.
La proliferación de esta semilla ha perjudicado el comercio de los/as productores/as de Bolivia y de Perú. Ahora ven la oportunidad en dirigir su producto al mercado ecológico. Cultivar para consumidores informados con conciencia social.
Como apunta la autora la patata es de origen inca, quizá la quinoa corra la misma “suerte”.