El Foro Económico Mundial y Deloitte han elaborado el informe Moldeando el Futuro de los Sistemas Alimentarios Globales: Un Análisis de Escenarios en el que analiza cómo podría ser el futuro sistema alimentario global, cuando en el año 2030 la población sea de 8.500 millones de personas. Para llevar a cabo el análisis se han usado las tendencias demográficas que consideran que la población irá aumentando en los próximos años, los datos actuales que muestran que las temperaturas medias seguirán aumentando, así como la influencia de la tecnología o las migraciones.
De este análisis se obtienen cuatro escenarios posibles con diferentes características, que nos sirven para imaginar qué podría pasar en el futuro y explorar nuestras oportunidades para mejorarlo.
Se describen las características de cada uno de los escenarios, lo que nos llevaría a él, los signos de estos escenarios hoy y lo que implicaría cada uno de esos futuros.
El primer escenario se basaría en una supervivencia de los más ricos, un mundo donde el mercado y el consumo no están conectados y hay una fuerte diferencia entre los que tienen y los que no tienen. Existe una proliferación de políticas nacionalistas y aislacionistas, un aumento y perpetuación de la desigualdad, de los conflictos, de las migraciones y de los daños ambientales. Según el informe, a este escenario se llegaría debido a gobiernos autárquicos y proteccionistas y una mínima preocupación por el medio ambiente. El consumo de alimentos menos nutritivos y sostenibles empeoraría la situación de pobreza y la huella medioambiental crecería. Ya podemos observar algunas de estas características, como la desigualdad creciente, el aumento de las personas desnutridas, las patentes de investigación en manos de una minoría, la escasa implementación de políticas para luchar contra el cambio climático o el surgimiento de países con sentimientos nacionalistas.
En el segundo escenario habría una fuerte conexión de los mercados, un crecimiento económico y un consumo intensivo de recursos, lo que se traduce en un crecimiento del PIB y a su vez en un alto costo medioambiental. Llegaríamos a este escenario gracias a la permisividad por parte de los gobiernos ante el mercado, que beneficiaría a los individuos frente a los colectivos. Los signos actuales son, por ejemplo, la demanda creciente de carne de vaca, los acuerdos de libre comercio que abarcan la mayoría de mercados, los precios bajos de los alimentos a pesar del uso intensivo de recursos, la degradación de recursos naturales y los escasos marcos legales que regulan el consumo hacia alimentos más saludables.
Un tercer escenario plantea un mundo en el que el mercado estaría conectado y se consumirían eficientemente los recursos, lo que permitiría una mayor transparencia en los mercados promovida por las políticas. Habría una mayor resiliencia de los sistemas alimentarios, un mejor acceso a alimentos nutritivos y un menor número de personas con hambre. Los consumidores usarían la tecnología para mejorar sus compras y hábitos y los gobiernos defenderían acuerdos sobre el cambio climático, aunque los desastres meteorológicos serían inevitables. Aún así haabría personas fuera del sistema, agricultores que no podrían beneficiarse de la tecnología. Las compañías y la publicidad influirían en la demanda de los consumidores que desean dietas más saludables. Las señales actuales las podemos observar en las nuevas medidas de control de mercados, una mayor eficiencia del mercado, un mejor acceso al capital de los países en desarrollo o la implementación de regulaciones sobre el cambio climático.
El último escenario considera que lo local es lo global. Existirían mercados conectados pero con un consumo eficiente de recursos, los países ricos basarían su consumo en alimentos locales sostenibles. Los países desarrollados apreciarían las dietas locales y tomarían medidas para reducir el desperdicio de alimentos. Las dietas saludables serían más económicas que las poco saludables, y eso se traduciría en una disminución de enfermedades, como la obesidad. Los perjudicados en este escenario serían los que dependen de importaciones y los agricultores industriales que no son capaces de adaptar su producción a la demanda. Hoy podemos ver algunos signos de este escenario como el crecimiento local y su influencia política, o gobiernos que han ajustado los precios sobre el carbono y el agua para proteger los recursos naturales y limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según el informe del Foro Económico Mundial, cualquiera de los escenarios es posible, en todos habría perdedores y ganadores, y existen signos de cada uno de ellos en la actualidad. Pero lo que es evidente es que el sistema actual necesita una transformación urgente para poder satisfacer las necesidades de todas las personasen el futuro. Las acciones de hoy pueden cambiar el mañana y tenemos oportunidades para lograr el mejor de los escenarios.
Este escenario deberá promover un sistema alimentario sano y sostenible, que evite la desigualdad. La inacción nos podrá llevar al peor de los escenarios, por ello desde el informe se propone aprovechar las oportunidades del hoy, para lo cual son necesarias nuevas políticas y un mejor uso de la tecnología. Priorizar las cuestiones sociales y ecológicas en el sistema alimentario, para abordar la desigualdad estructural y satisfacer las necesidades básicas, y considerar las necesidades de las generaciones futuras.
El sistema alimentario tiene un papel central en el bienestar del ser humano y del ecosistema, para que sea lo mejor posible debe aspirar a ser inclusivo, sostenible, eficiente, y a la vez nutritivo y saludable. Todas estas características están interconectadas, y se complementan.
Para asumir estos desafíos y lograr el mejor escenario alimentario se requiere el esfuerzo y la participación de todas las partes: industrias, responsables políticos, organismos internacionales, académicos, agricultores, ONG… La toma de decisiones debe incluir a las diferentes partes y examinar todas las opciones, y ante todo analizar el futuro al que nos llevaría las decisiones del hoy.