El Global Hunger Index (GHI) es elaborado anualmente por tres organizaciones: Welt Hunger Hilfe, International Food Policy Research Institute y Concern Worldwide. Basándose en los datos más recientes publicados, combina cuatro indicadores básicos para producir su indicador compuesto: porcentaje de población subnutrida, porcentaje de menores de cinco años en situación de desnutrición aguda, porcentaje de menores de cinco años en situación de desnutrición crónica y tasa de mortalidad de menores de cinco años.
De acuerdo a las escalas establecidas por estas organizaciones (GHI Severity Scale), de los 119 países que analizan, uno está en situación de alarma extrema (Rep. Centroafricana), 7 en situación de alarma (Yemen, Chad, Liberia, Madagascar, Sierra Leona, Sudán y Zambia), 44 en rango severo, 24 en rango moderado y 43 en rango bajo. Junto a ello, el informe señala que hay otros 9 países de los que se caracen de suficientes datos para calcular el GHI pero respecto a los cuales hay gran preocupación (incluyendo, entre ellos, Somalia, Sudán del Sur y Siria).
Analizado de forma agregada, se ha producido un 27% de mejoría en el período 2000-2016. A nivel regional, los peores datos se encuentran en Sur de Asia y África subsahariana.
Además de la actualización de los datos respecto al índice global del hambre, el informe incorpora un capítulo sobre hambre e inequidad, en el que se destaca que generalmente los grupos con menos poder social, económico y político son los que más sufren hambre y malnutrición independientemente de que vivan en zonas rurales o en grandes ciudades, en una desigual distribución de este problema. En los sistemas alimentarios, el poder se ejerce de diferentes maneras, por diferentes actores, a diferentes niveles, desde la toma de decisión a nivel doméstico sobre cómo gastar los ingresos hasta la concentración de capital y cuotas de mercado que permite a las grandes empresas agroalimentarias influir en la formación del precio de los alimentos, en su calidad, en su suministro, etc. El informe intenta analizar estos desequilibrios de poder en los sistemas alimentarios que están en la base del hambre y la malnutrición.