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¿Cambiar tu dieta, cambia nuestro destino?

Un estudio de la Universidad de Minnesota examina la transformación que han sufrido las dietas actuales y su impacto en el mundo
Gráfico sobre destino de la producción agrícola

La Universidad de Minnesota ha realizado varios estudios sobre el sistema alimentario. Uno de ellos evalúa las dietas y su impacto en el sistema alimentario global, de una forma clara y visual.

En este trabajo se determina que desde la Segunda Guerra Mundial las dietas han cambiado, actualmente comemos más carne y más productos lácteos, y en general mayores porciones de comida. En los países en desarrollo en los últimos cincuenta años las personas han cambiado una dieta basada en alimentos de origen vegetal a una dieta basada en alimentos de origen animal. Y se estima que en el año 2050 el 40% de la población cambiará su dieta a una con más carne, pescado, huevos y productos lácteos.

Esta transformación en nuestra dieta ha modificado la forma de cultivar alimentos. Muchos cultivos han dejado de ser producidos para alimentar a personas, pasando a ser pienso para los animales o como materia prima de la bioenergía. En particular, los EE.UU. dedican una gran cantidad de maíz para la producción de etanol, y en Brasil  hacen lo mismo con la caña de azúcar;  una producción, la de los agrocombustibles,  que sigue creciendo.

La carne y los productos lácteos son excelentes fuentes de vitaminas y minerales en nuestra dieta, y en algunas zonas del mundo proporcionan la fuente fundamental de la nutrición. Pero unas dietas basadas principalmente en estos alimentos exigen mucha más tierra para cultivos destinados a los animales. Cambiar la dieta hacia una con menos carne puede reducir la presión sobre los recursos naturales y además reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la producción de alimentos, que a mediados de siglo serán un 80% más que en 2009, según estimaciones actuales.

Debemos cambiar la dieta, aunque los cambios no tienen por qué ser extremos. Las emisiones procedentes de la producción de huevos, productos lácteos, carne de ave y de cerdo, son mucho menores que las emisiones procedentes de la carne de vaca o de cordero, por ello puede ser significativo un cambio en el consumo del tipo de carne. Además de comer proporciones más pequeñas de carne.

Si empezamos a consumir menos productos de origen animal podemos aumentar la cantidad de alimento disponible para los seres humanos, y también hacer que nuestras dietas sean más saludables. Pequeños cambios en nuestras dietas pueden provocar grandes cambios en el mundo. Cultivar pensando menos en el pienso para los animales, dejar de usar los alimentos para agrocombustibles y eliminar las pérdidas de alimentos y desperdicios, son algunas de las soluciones que deben practicarse de forma conjunta.

Para que en el fututo todos podamos alimentarnos, la propuesta hecha desde algunos sectores orientada a la intensificación de las tierras de cultivo puede ser parte de la solución, pero no será suficiente para satisfacer nuestras necesidades; por ello un cambio de dieta es otra de las alternativas para lograr la seguridad alimentaria mundial.