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Es el momento de que el Banco Mundial deje de decidir sobre el futuro de la agricultura de los países en desarrollo

La campaña Our land, Our Business lucha contra la política del Banco que potencia la pobreza en las áreas rurales

En Washigton se va a celebrar del 20 al 22 de abril el Encuentro de Primavera del Grupo del Banco Mundial. Con motivo de este evento, The Oakland Institute publica el  informe “¿Sentencia de muerte para el EBA? Por qué el Banco Mundial tiene que terminar con sus programas de clasificación ahora”, que reúne el impacto negativo en los países del Sur que está suponiendo el desarrollo de varios programas llevados a cabo por el  Banco Mundial.

Este informe se enmarca dentro de la campaña “Our Land, Our Business” que se inició en el año 2014 y que aglutina ya a 280 organizaciones de todo el mundo, entre las que se encuentran sindicatos, grupos de agricultores y ONG. La campaña hace una severa crítica a los programas que lleva años promoviendo el BM. El programa Doing Business (Haciendo negocios, DBR por sus siglas en inglés), y el Enabling the Business of Agriculture (Facilitando los negocios en la agricultura, EBA, por sus siglas en inglés). Ambos proyectos valoran a los  países en desarrollo en función de su capacidad para atraer capital extranjero con el objetivo de promover la agricultura y acabar con la pobreza. Esto ha supuesto que muchos países del Sur compitan por ver qué país desregula más su sistema económico y atrae más capital de inversión.

Según la campaña, estos programas atentan contra la seguridad alimentaria de millones de personas,  ya que facilitan el acaparamiento de tierras y recursos por parte de corporaciones extranjeras o la proliferación de la agroindustria con fuerte impacto medioambiental, entre otro tipo de acciones negativas para la seguridad alimentaria. Por ello, el informe plantea que es el momento idóneo para conseguir que se erradiquen ambos programas. De los cinco donantes que los financiaban, Holanda y Dinamarca han dejado de hacerlo. El jefe de economía del BM, Paul Romer, dimitió después de exponer la manipulación política que había  habido con el EBA respecto a Chile.  El país ha exigido una investigación sobre ello, presionando para que el BM termine con estos programas. Además Francia se ha retirado de la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, que fue quién solicitó la creación del programa EBA.  Esta alianza fue lanzada en 2012 en la cumbre del G8 y tiene como objetivo que 50 millones de personas salgan de la pobreza antes de 2022 bajo el ideario de que el sector privado potencia el desarrollo. El gobierno francés se echó atrás después de que se comprobara que los proyectos aprobados por la alianza en Burkina Faso estaban afectando a los agricultores locales, debido al acaparamiento de tierras que  beneficia a las grandes proyectos corporativos en detrimento de la seguridad alimentaria local.

Estos hechos han legitimado aún más las protestas de la campaña “Our Land, Our Business” que rechaza estos programas que priorizan los intereses económicos de las corporaciones sobre las personas, la agricultura y la alimentación. Según esta campaña, las políticas del Banco Mundial potencian que inversores privados extranjeros entren en los países en desarrollo con proyectos que prometen ser beneficiosos para las comunidades pero que, por lo contrario, se traducen en una violación continúa de sus derechos y en una incapacidad de las poblaciones locales para alimentarse.

Ahora solo tres organizaciones financian estos programas: el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DfID), la agencia de desarrollo estadounidense USAID y la Fundación Bill y Melinda Gates. Según la campaña, éste puede ser el mejor momento para que los países se nieguen a participar en estas clasificaciones y protejan los intereses de su ciudadanía. Desde la campaña se pide a la sociedad civil de los países en desarrollo que envíen cartas a sus parlamentos y gobiernos para que se nieguen a ser valorados por los países ricos.

Se necesitan programas que apoyen la agroecología, para reducir el hambre y la pobreza. Invertir en agroecología es la forma de construir un sistema equitativo y sostenible, según el informe. Ya son diferentes organismos, como la FAO, los que defienden la agroecología.  De hecho este mes  se ha celebrado el ‘Simposio de la FAO sobre agroecología’ que reunió a 700 participantes de todo el mundo y que concluyó con una llamada a los gobiernos para desarrollar políticas que promuevan la agroecología y eliminar otros incentivos que promueven una agricultura poco sostenible.