El Banco Mundial señala que los factores climáticos están directamente relacionados con el aumento o reducción de la pobreza en África. Puesto que las variaciones en el clima son muchas veces impredecibles, el Plan propuesto por el Banco Mundial recomienda potenciar la resiliencia natural, física y humana a estos cambios. En concreto, el plan defiende estrategias para que los medios naturales sean más resistentes a los desastres naturales; el establecimiento de políticas en ciudades y zonas costeras que promuevan la reducción de gases efecto invernadero; y proteger el capital humano mediante la protección social.
Además, el informe destaca el importante papel de la agricultura en África tanto para su desarrollo como en la adaptación al cambio climático. Por ello, son vitales iniciativas que defiendan la sostenibilidad del sector y una mayor resistencia de los cultivos. En concreto, el Plan instaurará dos iniciativas: la primera es un programa para que los agricultores adquieran información meteorológica periódica y también reciban ayuda mediante inversiones, asistencia técnica e infraestructuras cuando tengan que afrontar adversidades; y en cuanto a la segunda iniciativa, pretenden proveer de información a los políticos para que estos integren mejor las variaciones en el clima en sus políticas y sean capaces de coordinarlas a nivel local, nacional y regional.
A pesar de que el informe del Banco Mundial reconoce que, incluso si el calentamiento global no excede de 2⁰ C, es esperable que haya terribles impactos en esta región (pérdida de entre el 40 y el 80 % de las áreas de cultivo de maíz, mijo y sorgo; caída del 10% de la producción per cápita; incrementos de los índices de desnutrición de entre el 15 y el 65%; incremento del riesgo de sequías con especial impacto en 40 millones de personas que viven del pastoreo; descenso de las capturas potenciales de pescado…), no se apunta a la causa del problema: las altas emisiones de GEI de países desarrollados y emergentes.