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Los enormes costos ocultos de los sistemas agroalimentarios

El informe "El estado mundial de la alimentación y la agricultura 2024" (SOFA) profundiza en este tema que ya abordó en 2023
Gráfico del informe

Según el SOFA 2024, los costos ocultos cuantificados de los sistemas agroalimentarios en todo el mundo ascienden a 11,6 billones de dólares de paridad de poder adquisitivo (dólares PPA) de 2020, de los cuales más de 8 billones (esto es, el 70 %) son costos relacionados con la salud. Esta cifra se ha cuantificado utilizando la contabilidad de costos reales, un enfoque de sistemas que capta las repercusiones ambientales, sociales, sanitarias y económicas, tanto visibles como invisibles, de los sistemas agroalimentarios.

En el informe se adopta una tipología de sistemas agroalimentarios con seis categorías (sistemas en crisis prolongada, tradicionales, en expansión, en diversificación, en formalización e industriales) y se analizan los costos ocultos cuantificados en 156 países, que abarcan el 99 % de la población mundial.

Los hábitos alimentarios poco saludables relacionados con las enfermedades no transmisibles (ENT) representan el 70 % de todos los costos ocultos cuantificados. Los mayores factores de riesgo a nivel mundial son un bajo consumo de cereales integrales, un consumo elevado de sodio y un bajo consumo de frutas. Debido a las limitaciones de los datos, no se calcularon los costos de la desnutrición (emaciación, retraso del crecimiento y carencia de micronutrientes), por lo que estas cifras de costos sanitarios ocultos constituyen un nivel mínimo. Los factores de riesgo alimentario asociados a las ENT que generan costos sanitarios ocultos son muy diversos en los distintos tipos de sistemas agroalimentarios.

La capacidad de los países para implementar medidas transformadoras dependerá en cierto grado de su marco institucional y fiscal, así como de la estructura de sus cadenas de  suministro y sus entornos alimentarios, que varían ampliamente según el tipo de sistema.

Según los estudios de caso realizados para este informe, los puntos de partida clave para la transformación de los sistemas agroalimentarios podrían centrarse en abordar los hábitos alimentarios, la pérdida de biodiversidad y las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las desigualdades en múltiples dimensiones (por ejemplo, socioeconómicas, de género y generacionales) entre quién se beneficia con la producción de costos ocultos y quién soporta esos costos son uno de los desafíos clave de la transformación de los sistemas agroalimentarios mundiales.

Los beneficios de afrontar los costos ocultos se plasman a lo largo de toda la cadena de suministro, pero los productores no siempre reciben una compensación por los gastos en los que incurren al hacer frente a estos costos, por lo que es necesario establecer mecanismos para aliviar las cargas financiera y administrativa, incentivando así el cambio para la transformación.
Desde una perspectiva ambiental, los cambios en la dieta, especialmente la reducción del consumo global de productos de origen animal en los países donde es excesivamente alto, puede hacer que se reduzcan considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar otros daños ambientales. Sin embargo, dadas las grandes discrepancias en la calidad de la dieta en todo el mundo, en algunos lugares puede ser necesario un mayor consumo de productos de origen animal para lograr una dieta equilibrada, y la carga de contrarrestar los daños ambientales ocasionados desde la Revolución Industrial no puede distribuirse de manera equitativa.

En muchos países, las poblaciones se enfrentan a una doble carga de la malnutrición, en la que la desnutrición coexiste con el sobrepeso, la obesidad o las ENT relacionadas con la dieta, lo que probablemente requiera una combinación de cambios en la demanda de los consumidores, medidas económicas y redes de seguridad social.

Aunque la comunidad mundial siempre puede esperar que la innovación resuelva muchos de los problemas de los sistemas agroalimentarios, es poco probable que la innovación por sí sola lleve a los sistemas agroalimentarios hacia la sostenibilidad. La gobernanza de los sistemas agroalimentarios debe transformarse mediante la voluntad política y una sólida rendición de cuentas a nivel internacional.