Coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación, FAO ha publicado su informe El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2015, que se centra en la relevancia de la protección social para romper el círculo de la pobreza rural.
Aunque muchos países han logrado los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) sobre la reducción de la pobreza, todavía muchos otros están lejos de conseguirlo, por lo que el reto posterior al 2015 deberá centrarse en la erradicación de la pobreza y el hambre. Para ello este trabajo resalta la importancia de proporcionar protección social a las personas que lo necesiten y al mismo tiempo incentivar el desarrollo agrícola, ya que en la mayoría de países de ingresos bajos y medios las personas más pobres tienen gran dependencia de la agricultura para obtener sus medios de vida, a través de salarios o de su propia producción para el hogar o mercado.
Los programas de protección social, asequibles según la publicación para la mayoría de los países, son la forma de asistir a las personas más vulnerables y conseguir mejorar su condición social. Estos programas permiten que los hogares aumenten y diversifiquen su consumo de alimentos, incrementando en ocasiones la producción propia. Sin embargo para que la situación nutricional sea la adecuada se debe también, además de mejorar el consumo de alimentos, efectuarse intervenciones complementarias que permitan el acceso al agua potable, saneamiento y atención sanitaria. La protección social tiene asimismo efectos positivos sobre las comunidades y economías locales.
Para que se proporcione una adecuada protección social deben existir recursos fiscales nacionales y una adaptación de los programas a las situaciones y beneficiarios/as. Es necesario que exista una base de financiación fiscal propia, aunque en ocasiones algunos países necesiten el apoyo de donantes, a corto o medio plazo.
Pero a pesar de la destacable importancia de la protección social para luchar contra el hambre y la pobreza, de nada sirve si no va acompañada de inversión en el sector agrícola. Una inversión que puede hacerse a través de diferentes vías, como subvenciones a los insumos agrícolas, y ante todo seleccionando siempre de manera eficaz a los/as beneficiarios/as.