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Transformando nuestro mundo: Agenda 2030 para el desarrollo sostenible

Naciones Unidas ya tiene cerrado el borrador final de la nueva agenda de desarrollo que debe sustituir a los ODM y que llevará a aprobación de la Asamblea General en septiembre
Borrador final de la Agenda de desarrollo 2015

A principios de agosto, negociadores de 193 países han acordado en las Naciones Unidas el borrador de proyecto para el desarrollo cuya horizonte temporal se sitúa en 2030. Dicho borrador se presentará en la reunión que los jefes de Estado y de Gobierno mantendrán en Nueva York del 23 al 25 de septiembre. La llamada agenda 2030 para el desarrollo sostenible es “un plan de acción para las personas, el planeta y la prosperidad”.

El documento arranca con una larga lista de promesas y compromisos por parte de los jefes de Estado o de Gobierno, tales como que están decididos a acabar con la pobreza y el hambre en todo el mundo; a luchar contra las desigualdades entre y en los países; a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas; a proteger, respetar y garantizar los derechos humanos; a proteger el planeta y los recursos naturales; a crear las condiciones necesarias para el crecimiento económico incluyente y sostenible; a incentivar la prosperidad compartida y el trabajo decente para todas las personas, teniendo en cuenta los diferentes niveles de desarrollo y las circunstancias de cada país… 

Compromisos, promesas cruciales  para la humanidad que no deben quedar en papel mojado, como viene siendo habitual. La nueva agenda del desarrollo sostenible tiene vocación transformadora, según el borrador y, además, se pretende que nadie quede atrás (no one must be left behind) y, para ello, los altos dignatarios se comprometen a trabajar sin descanso para implementar la agenda en el año 2030.

En el citado borrador aparecen 17 objetivos para el desarrollo sostenible y 169 metas “relacionadas e indivisibles”. El objetivo 2 es acabar con el hambre, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible con ocho metas que abarcan el acceso universal y permanente a alimentos suficientes y nutritivos, especialmente para las personas más vulnerables; el incremento de la productividad agrícola de los productores a pequeña escala, en especial las mujeres, indígenas, pastores y pescadores, asegurándoles el acceso a la tierra y a otros recursos; la gestión de prácticas agrícolas resilientes; el mantenimiento de la diversidad genética agrícola y pecuaria; la inversión en infraestructuras rurales y nuevas tecnologías; la corrección y prevención de las restricciones y distorsiones comerciales. Asimismo, se establece la meta de adoptar medidas para asegurar el funcionamiento adecuado de los mercados de materias primas de alimentos y facilitar el acceso oportuno a la información sobre reservas de alimentos para limitar la volatilidad del precio de los alimentos.

Después de leer el borrador surge la pregunta: en el año 2030 ¿seguiremos hablando de hambre y desnutrición? El tiempo dirá. Lo que hoy está muy claro es que la sociedad civil debe hacer el seguimiento del cumplimiento/incumplimiento de los compromisos que el próximo mes de septiembre se firmarán en la sede las Naciones Unidas porque, de lo contrario, las probabilidades de incumplimiento son muy altas. La falta de concreción de la declaración final de la III Cumbre de Financiación para el Desarrollo celebrada en julio en Addis Abeba no ayuda a ser muy optimistas. Esperemos que la historia no se repita.